Si le preguntamos cómo se ve un evasor de impuestos, ¿qué es lo primero que se le viene a la mente? De pronto una imagen como esta se vino a la mente. Tiene sentido: quien evade impuestos está sacando provecho de los atajos que tiene nuestro sistema tributario para no cumplirle al país. Estos ‘vivos’ no ponen su parte y, por esa vía, terminan metiéndoles la mano al bolsillo a todos los colombianos.
Lo cierto es que una imagen más aproximada del evasor de impuestos promedio sería esta. Y es que los más grandes evasores de impuestos son las personas más ricas del país.
Una reforma tributaria que financie los programas sociales, la educación y la lucha contra la desigualdad tendrá que salir de los impuestos que estas personas no están pagando, antes de tratar de ponerle impuestos a otros –como quienes viven de su salario–.
Este es, probablemente, el mayor reto –más allá del ajedrez político que tendrá que jugar el próximo gobierno, cualquiera sea su orientación ideológica– de la próxima, inminente y necesaria reforma tributaria.
La solución –como lo hemos explicado en el pasado– es más compleja que simplemente subirles las tarifas de los impuestos a los más ricos. Reiteramos: el 1 por ciento más rico de los colombianos debe pagar más impuestos. No obstante, es clave saber y entender qué tipos de renta contempla nuestro sistema tributario.
Las personas más ricas del país, por ejemplo, pagan en impuestos un porcentaje de sus ingresos brutos más bajo que las demás personas que también pagan el impuesto de renta. Esos ingresos brutos, por cierto, son los ingresos que una persona obtiene sin restarles los costos ni los gastos en los que incurre para generar dichos ingresos. Esos costos y gastos suelen inflarse bastante.
Subir los impuestos a los altos ingresos requiere más filigrana que una simple subida general de tarifas. Y es que, usualmente, las reformas tributarias han tendido a subir impuestos para algunos tipos de ingreso, y para otros no.
De ahí la importancia de entender los diferentes tipos de renta. Las de capital, por ejemplo, son ingresos que se obtienen a partir de intereses recibidos por los ahorros. También pueden ser arriendos o regalías. Como lo hemos señalado en el pasado, nuestro sistema tributario utiliza el término “rentas de capital” de forma atípica, pues en la terminología económica estas incluyen los ingresos obtenidos al vender activos que se han valorizado –ingresos que en lenguaje tributario colombiano se terminan clasificando como “ganancias ocasionales”–.
También es importante tener presente el concepto de los ingresos "no laborales", una categoría en la que entran los ingresos de los trabajadores independientes de altos ingresos.
Teniendo en cuenta que los ingresos laborales no son la principal fuente de ingreso de las personas más ricas del país, llama la atención el tratamiento especialmente favorable que siguen teniendo los dividendos.
Por otra parte, las dificultades para verificar la estructura real de los costos y gastos, es más factible hacer contabilidad creativa cuando se trata de ingresos no laborales.
Paradójicamente, la solución para conseguir que quienes ganan más tributen más, no se limita a subir los impuestos a los dividendos. La razón es que las ganancias ocasionales –que tributan más cómodamente– suelen concentrar buena parte del ingreso que obtienen.
Así, la ecuación de Ingresos laborales más ganancias ocasionales termina arrojando como resultado menos impuestos por pagar.
La estructura es la que es, y la existencia de normas que configuren el escenario que hemos descrito, no implica que todas las personas de más altos ingresos se valgan de maniobras para evadir impuestos. Pero resulta innegable que para estas personas parece ser más fácil evadir algunas obligaciones tributarias.
¿Cuánto es lo que dejan de pagar en impuestos las personas más ricas del país? esa es una pregunta difícil de responder. Las estimaciones oscilan entre 10 y 70 billones de pesos.
¿A qué se debe ese rango tan amplio? A que las actividades ilícitas, criminales y no éticas son las más difíciles de medir. De ahí que se abra un espacio grande a la especulación.
Como lo señalamos en nuestra serie sobre beneficios tributarios, la salida para garantizar un mayor nivel de recaudo tributario en nuestro país no está en seguir poniendo carga impositiva en los hombros de quienes son más visibles frente al sistema –como lo son, por ejemplo, los trabajadores formales, que son, en su mayoría, personas que viven del sueldo–, sino en cerrar los atajos que permiten prácticas como la evasión y la elusión.
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