Quizá porque nuestro país vive en un estado de permanente campaña electoral, se dice con frecuencia que los gobiernos están “con el sol a la espalda” en el tramo final de sus periodos. No se trata de un asunto nuevo.
Lo cierto es que, por más campaña que haya, las necesidades de los ciudadanos –mucho más en medio de una emergencia como la que viven Colombia y el mundo– no entran en pausa durante un periodo electoral.
Las elecciones de 2022 –tanto las legislativas como las presidenciales– plantean para Colombia un escenario realmente trascendental por dos razones principales. La primera tiene que ver con la necesidad de estabilizar una hoja de ruta de recuperación pospandemia que tenga como ejes centrales las acciones tendientes a garantizar el bienestar de las personas y la buena salud de las cuentas públicas.
La segunda razón tiene un componente político, por la posibilidad –reflejada por las encuestas– de que llegue a la Presidencia de la República una figura de centro o centroizquierda –en contraste con la actual administración de derecha–.
Pero esa es la campaña electoral. Sobre ella hablaremos bastante en este y los demás espacios del Observatorio Fiscal.
Y es que, aún con el sol a la espalda, al actual gobierno todavía le queda medio año de mandato. Durante ese tiempo deberán tomarse decisiones importantes, que van a incidir en el rumbo del país en los próximos años –al margen de la tendencia ideológica y de las alianzas partidistas que haga el próximo gobierno.
Hay tres temas claves: el primero es la necesidad de sentar bases estables que garanticen la senda de recuperación del empleo y la generación de nuevas plazas de trabajo.
Las cifras actuales dan cuenta de una positiva recuperación. En diciembre de 2021, según informó el Departamento Nacional de Estadística (DANE), la tasa de desempleo nacional fue del 11 por ciento, mientras que en las 13 ciudades y áreas metropolitanas se ubicó en 11,6 por ciento. Casos como el de Bogotá, que llegó al 95 por ciento de los niveles de empleo prepandemia, son muy positivos.
La población ocupada en diciembre de 2021, señaló el DANE, fue 21,5 millones de personas, en contraste con 21,4 millones en el mismo mes de 2020.
La cifra de población desocupada tuvo una variación significativa: mientras que en diciembre de 2020 fue 3,3 millones, en el mismo periodo de 2021 fue 2,6 millones.
La generación de empleo no es fruto de una generación espontánea. Sin embargo, la recuperación –nada despreciable y muy positiva para la ciudadanía– es relativamente similar al efecto acordeón que puede observarse en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) –un asunto que el Ministerio de Hacienda ha buscado matizar.
El país ya tiene en marcha un programa de generación de empleo para jóvenes. ¿Se prevén nuevas iniciativas de generación a nivel público? ¿Se preparan iniciativas legislativas para promover la generación de empleo mediante nuevos beneficios para los empleadores?
El segundo tema tiene que ver con el afianzamiento de la ruta pospandemia. Suena muy técnico, pero se trata –al igual que el empleo– del bienestar de las personas. El ejemplo del programa Ingreso Solidario es diciente. La iniciativa –que, según estimativos del Gobierno nacional, llegará a 4,1 millones de hogares en marzo próximo– estará vigente (salvo una nueva reforma) hasta diciembre de este año.
¿Y después? La pregunta de fondo es si se tiene prevista alguna extensión, o si el próximo gobierno tendrá que tramitar ante el Congreso una extensión –o un programa de renta básica– para atender a millones de colombianos.
El tercer punto tiene que ver con el ciclo presupuestal. Aunque el debate legislativo del proyecto de Presupuesto General de la Nación tiene lugar en el segundo semestre de cada año –y es ahí donde es más visible para la opinión pública–, el presupuesto del año siguiente se construye durante todo el año anterior.
Si quieren conocer más –y de forma muy entendible– sobre este proceso, los invitamos a visitar esta sección de nuestra página web. Lo cierto es que el próximo gobierno terminará de liderar la aprobación de un presupuesto confeccionado por su predecesor.
El antecedente de 2018 explica la importancia de este asunto. Alberto Carrasquilla, entonces ministro de Hacienda, dijo que encontró un presupuesto “desfinanciado” para 2019. El señalamiento fue desestimado con cifras por el equipo de gobierno del expresidente Juan Manuel Santos. ¿Se repetirá la historia?
Con el sol a la espalda o con el gran entusiasmo que suelen generar las campañas electorales en Colombia, a los diseñadores de política pública –los que van de salida y los entrantes– les conviene tener siempre presente que de por medio está el bienestar de millones de personas. Que votan, claro, pero que sobre todo esperan mejores condiciones de vida.
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