Durante estas épocas de campaña electoral, todos los candidatos nos han prometido reducir los impuestos. Si bien es muy poco probable que cumplan con esa promesa, cuando nos dicen cual impuesto van a bajar, nos dan luces sobre cuales impuestos nos van subir en el escenario más probable en que tengan que subir impuestos para financiar su presupuesto.
Las dos principales fuentes de recaudo tributario en Colombia son el impuesto de renta y el impuesto al valor agregado (IVA). Para 2017, el ministerio de Hacienda esperaba que de cada diez pesos que le entran al gobierno al año, tres entraran por concepto de IVA e impuestos al consumo, y cuatro entraran por concepto de renta.
Tanto el IVA como los impuestos al consumo hacen parte de lo que los economistas llamamos impuestos indirectos. Se denominan así porque se cobran cuando las personas compran un bien o un servicio. El impuesto de renta y el CREE son impuestos directos: se cobran directamente sobre los ingresos de las personas.
Al menos desde los años 80, lo economistas hemos venido insistiendo en que los impuestos directos tienen una enorme ventaja sobre los impuestos indirectos: al ser cobrados sobre los ingresos, en la medida en que las tasas sean progresivas y los más ricos contribuyan con una fracción mayor de sus ingresos, el solo cobro de impuesto reduce mecánicamente la desigualdad del ingreso.
Los impuestos indirectos también pueden usarse para redistribuir, por ejemplo, cobrando tasas más altas a bienes que tienden a ser consumidos por los más ricos. Esta es una forma muy ineficiente de redistribuir: los más ricos siempre pueden cambiar sus patrones de consumo y evitar bienes que paguen impuestos muy altos. Los impuestos altos a los carros de lujo típicamente resultan en menos ventas de carros de lujo, mientras que mayores impuestos a la canasta familiar no reducen su consumo porque hay muchos bienes que no podemos darnos el lujo de dejar de consumir. A estos cambios de comportamiento comúnmente se les denomina distorsiones, y en ultimas redundan en destrucción de valor económico.
La discusión anterior sugiere que financiar el presupuesto del gobierno únicamente con impuestos de renta convertiría a Colombia en una sociedad más igualitaria. Desafortunadamente, la discusión no termina allí y el IVA tiene una ventaja importante sobre el impuesto de renta: es más difícil de evadir. Por la forma en cómo se calcula el valor agregado, los productores finales pueden descontar las compras de insumos de su base gravable (siempre y cuando estas hayan pagado IVA) y por tanto muchos productores tienen incentivos a exigirles facturas de pago de IVA a sus proveedores para deducirlas, es decir que hay un tercero interesado en que el pago de impuestos se dé. Lo anterior no quiere decir que el IVA no se pueda evadir. Por ejemplo, el incentivo descrito anteriormente se pierde al final de la cadena porque el consumidor final no es proveedor de nadie y por tanto no hay tercero interesado en que no haya evasión.
Después de la caída de los precios del petróleo en 2014 se abrió un hueco en las cuentas del gobierno de Colombia y nos vimos en la necesidad de decidir cómo taparlo. La decisión era entre un impuesto poco eficiente, pero fácil de cobrar (el IVA), y uno redistributivo, pero fácil de evadir. Optamos por el primero y la tarifa general del IVA subió de 16% a 19%.
El IVA ha sido muy común en los países europeos de la OECD, pero la mejor forma de financiar el presupuesto del gobierno depende de las especificidades de cada país. El nivel de desigualdad en Colombia es vergonzosamente alto. Únicamente Haití y Brasil son más desiguales en América Latina (de acuerdo al coeficiente GINI). Y en el mundo, nuestro GINI solo es superado por países de África subsahariana.
Desde la última reforma - y en parte gracias a los incentivos que dio la misma, pero también a escándalos como los Panama Papers- muchas personas han accedido a declarar la riqueza que antes tenían escondida. Lo anterior les hará mucho más difícil evadir el impuesto de renta en el futuro.
Ojalá que la próxima vez que tengamos que decidir sobre nuestro sistema tributario se le dé un mayor peso a la redistribución. Y ojalá que cuando los candidatos nos prometan que van a reducir impuestos, nos prometan que van a reducir el IVA.