Hace algunas semanas nos dedicamos en este blog a analizar las propuestas fiscales de los candidatos presidenciales y concluimos que, aunque algunas eran mejores que otras, en general, ningún candidato presentaba planes con cifras concretas. Ahora, los resultados de las elecciones del pasado domingo nos presentan dos posturas económicas muy distintas.
Además de lo anterior, en materia económica, algunas cosas han cambiado desde la publicación de nuestras ultimas entradas. El suceso más reciente es el ingreso de Colombia al selecto club de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que promueve buenas prácticas en política pública. Sin embargo, si Colombia quiere parecerse a los países miembros entonces debe hacer ajustes en materia de política fiscal. En primer lugar, el nivel de recaudo tributario en el país sigue siendo muy bajo comparado con el de estas economías. Mientras que en Colombia el recaudo tributario representa apenas el 20% del PIB, en las economías de la OCDE es del 34% del PIB. Además, la estructura tributaria en Colombia es altamente regresiva, lo que choca con las prácticas de tributación justa que promueve la organización. En las economías de la OCDE las personas naturales aportan en una mayor medida al recaudo tributario mientras que las empresas tienen tasas impositivas menores que les permiten impulsar el desarrollo económico. Por el contrario, en Colombia las empresas están sobrecargadas y las personas naturales contribuyen poco al recaudo del gobierno. En ese sentido, si Colombia quiere acogerse a las buenas practicas económicas de la OCDE, el próximo gobierno tendría que aumentar el tamaño del Estado y reformar la estructura tributaria por una más equitativa.
Un segundo hecho es la flexibilización de la regla fiscal que le permitirá al próximo presidente endeudarse un poco más de lo previsto. En 2019, por ejemplo, el déficit fiscal del gobierno debe ser de 2,4% del PIB comparado con el 2,2% que indicaba la anterior regla fiscal. Así, la meta de reducir el déficit fiscal del gobierno a 1% del PIB se aplaza para el 2027. Sin duda quien sea elegido debe hacer esfuerzos por ajustar las finanzas públicas aumentando el nivel de ingresos del gobierno, pero ahora tendrá algo más de margen de maniobra y una menor asfixia fiscal.
Sin embargo, ni las propuestas de Duque ni las de Petro son coherentes con los retos fiscales que debe enfrentar el próximo gobierno. De una parte, Duque se muestra bastante complaciente en materia tributaria prometiendo disminuir impuestos y favoreciendo a las clases privilegiadas. Si bien es cierto que las empresas colombianas pagan más impuestos que el promedio de los países de la OCDE y por lo tanto es deseable disminuir su carga tributaria, el hueco fiscal debe taparse aumentando el recaudo de las personas naturales. Si queremos tener un sistema tributario progresivo, que es lo que estipula la Constitución, las personas con mayores ingresos deben ser quienes paguen unas tasas de tributación más altas. No obstante, Duque prefiere no hablar del tema. Surge entonces la siguiente inquietud: si Duque va a disminuir la carga tributaria de las empresas y no va a aumentar el recaudo de las personas naturales, ¿cómo va a tapar el hueco fiscal? Es poco probable que a punta de gasto eficiente se tape el hueco que está planteando. Muy al contrario de lo que ocurre en las economías de la OCDE, Duque pretende disminuir el tamaño del Estado disminuyendo los impuestos y disminuyendo también el gasto público.
Por otro lado, las propuestas de Petro no son mejores. Su plan de gobierno implica un aumento sustancial del gasto público que no dice cómo va a financiar, y genera gran incertidumbre económica. Propuestas tan radicales como la eliminación de las EPSs y la reinvención de Ecopetrol en la primera generadora de energía solar plantean grandes interrogantes. En materia tributaria, se limita a proponer un impuesto predial rural en función del tamaño y uso del suelo, pero no hace ninguna mención sobre las tasas de tributación a las personas naturales ni dice si modificará las tasas al impuesto corporativo que hoy pagan las empresas. Si bien con el ajuste a la regla fiscal podrá endeudarse un poco más, sigue siendo necesario encontrar fuentes de financiación para sus ambiciosas propuestas. Por ejemplo, ¿cómo va a financiar un sistema de educación terciaria gratuito si al mismo tiempo busca eliminar la dependencia de la actividad petrolera, una de las fuentes de ingreso más importantes del gobierno?
En conclusión, ambos candidatos deben hacer esfuerzos por replantear su estrategia fiscal. La de Duque no generará mayor equidad ni justicia tributaria y la de Petro es demasiado ambiciosa dadas las restricciones fiscales actuales. Los electores necesitamos cifras concretas y propuestas serias y claras que nos permitan tomar la mejor decisión en la segunda vuelta.